Los poetas tendemos a ser esencialistas, a nombrar las cosas como presuntamente son o deben ser. Por eso llama la atención el título del primer libro del joven poeta mexicano Jacobo Molina, La (des)ubicación de las cosas , pues desde el inicio el poeta nos avisa que en su libro las cosas no se van a nombrar, no se van a señalar, sino que se nos aparecerán como desubicadas, como esquivas. Hay una idea muy antigua que viene desde la antigüedad filosófica. Esa idea es la siguiente: el ser de las cosas, la realidad de la cosa, es inmutable. El movimiento, puesto que es cambio (cambio de lugar, de tiempo, de actitud, de situación), puesto que es transformación, solamente se empata con las cosas como un mero accidente de las mismas. Creo, leyendo La (des)ubicación de las cosas , que Jacobo busca refutar precisamente eso, que el ser de las cosas sea estático y que el acceso al conocimiento de las cosas mismas deba ser una contemplación de esencias. Intentaré dar pruebas de esto. Hay en el ú
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